Las olas murmuran cantarinas canciones, y la luna mirando se baña en el mar. Las estrellas son faros en la penumbra, y el aire trae ecos de un tiempo lejano.
Así, el viento acaricia cada hoja, y trae consigo promesas de días brillantes, sus brisas suaves despiertan colores, y en cada canto, el amor se hace presente.
Piensa en lo dulce de cada latido: el silencio del río, la danza del sol. La naturaleza despierta en un suspiros, donde el corazón encuentra su hogar.
Se alzan los ecos, como abejas en danza, y el amor va creciendo en cada rincón ideal. Así, querido amigo, sigamos soñando, y en este viaje, el amor florecerá sin fin.
- Tomás de Iriarte